El “tres en uno” del bosque andino

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Ya he repetido varias veces la, para mí sorprendente e inexplicable, escasa variedad de árboles en los bosques patagónicos argentinos. Entre poco más de una docena de especies se encargan de ocupar más de 3 millones de hectáreas, que se extienden desde el paralelo 37 al 55 (en nuestra Europa sería el equivalente del tramo entre el sur de España y Escocia), sobre un amplio rango de altitudes, en montañas de climas variados, con rocas diferentes, lagos…, diferencias de precipitaciones en pocos kilómetros de 200 a 4000 litros… Habiendo tan pocos que repartirse estas variadas estaciones a alguno le habría tenido que tocar el papel de servir un poco para todo. Y le tocó al ciprés de la cordillera. Este es una de las tres únicas coníferas indígenas de estos bosques (en los que tan extraordinariamente crecen las coníferas importadas de otras tierras). Las tres pertenecen a familias bastante raras en el mundo. La fitzroya o alerce es una podocarpácea y familia de las araucarias se lo monta sola, sin parecido alguno con las habituales. Aunque el cipres de la cordillera es una cupressacea, es de un genero bastante raro: se denomina Austrocedrus chilensis. Aunque según las estadísticas no ocupa en forma pura más que unas 60 mil de los más de tres millones de hectáreas arboladas de los Andes argentinos, menos del 2% del total, y unas 150.000 en total, realmente se puede encontrar su silueta un poco por todas partes.

 

Fuente: PROFOR blogs
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