Las difíciles relaciones de Don Árbol con Doña Pampa

En las próximas semanas espero conocerlos un poco mejor. Voy a iniciar una serie de artículos con esos descubrimientos personales. Los voy a agrupar con el código "rfa" – reflexiones forestales argentinas.

Extracto del último post de Lucaria en PROFOR Blogs Tengo que reconocer que no tengo ni idea de los bosques argentinos. En las próximas semanas espero conocerlos un poco mejor. Voy a iniciar una serie de artículos con esos descubrimientos personales. Los voy a agrupar con el código "rfa" – reflexiones forestales argentinas. Espero que alguno de los colegas de este país que se pasean ocasionalmente por mi blog no se enfaden demasiado si meto la pata. Tal vez pudieran ayudarme un poco y entre todos animar a otros forestales a visitar y conocer estos bosques. La entrada aérea en Argentina se hace precisamente por el punto más alejado de los bosques, por la Pampa. Había oído hablar mucho de ella. Una pradera inmensa, llana como la palma de la mano (en realidad bastante más) y sin árboles. Había leído alguna descripción, como por ejemplo la de Bioy Casares, (de su libro, “Antes del novecientos”), que habla de “una extensión ilimitada de campo, sin una casa, sin un árbol, sin una animal siquiera a la vista…”. A muchos forestales estos impresionantes territorios abiertos nos deslumbran e intrigan, tal vez por contraste con el paisaje al que estamos habituados, ya se trate de las praderas americanas, las estepas rusas o las sabanas africanas. Así que decidí iniciar mi acercamiento al bosque argentino a partir de la inmensidad desarbolada. Imaginaba que así comprendería mejor la visión que puedan tener esa mayoría de argentinos que viven en este entorno. ¡Vaya sorpresa me he llevado! La Pampa está llena de árboles. Ese recuerdo de Bioy había quedado grabado en su mente infantil, cuando en una excursión su padre le había pedido que se fijara en el paisaje y lo registraran, porque nunca más volverían a verlo, por el progreso precipitado del país, que lo estaba transformando a marchas forzadas. Y en verdad que el progreso ha cambiado la Pampa. Ahora está llena de preguntas. ¿Era realmente un espacio sin árboles? ¿porqué no los había, cuando de la mano del hombre se han instalado sin mayores problemas? ¿cómo es que una tierra de ganaderos hace surgir el bosque cuando no lo había, mientras que en nuestros bosques los ganaderos han sido tan a menudo los heraldos de su destrucción?No pretendo responder con detalle a esas preguntas, pero sí enredar un poco en los argumentos que revolotean en torno a ellas. Para empezar tras dos días haciendo millas por las carreteras de la Pampa y saltos por los entresijos de internet he descubierto que al menos hay dos Pampas, una húmeda y otra seca.

Fuente: PROFOR blogs
Enlace: http://www.profor.org/profor/wp2/?p=321